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Publicado : 19/02/2014
En horas de la madrugada del 12 de octubre de 1971, en el
poblado de Boca de Samá, situado en Banes, costa norte de la antigua
provincia de Oriente, un acto terrorista llevado a cabo por el grupo
terrorista Plan Torriente, con el objetivo de unificar los
contrarrevolucionarios cubanos situados en Miami, y que terminó
fracasando, y con la muerte de su cabecilla José Elías de la Torriente
Ajuria les costaría la vida a innumerables personas que se encontraban
allí. «En esta operación, encabezada por el agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Juan Manuel Cosculluela Iduate, «Calígula», participaron entre otros el ex integrante de la Brigada de Asalto 2506 Antonio Iglesias Pons, Ramón Orozco Crespo y Ramón Cala Charbonier».[1]
Entre estas víctimas Nancy Pavón Pavón sobreviviente del hecho violento, declara su experiencia al respecto:
De esta manera queda en la memoria del pueblo cubano, acciones como estas que aunque fracasaron dejaron profundas huellas de dolor, y que no fueron líneas de stop para quienes lideraban estas acciones.
Entre estas víctimas Nancy Pavón Pavón sobreviviente del hecho violento, declara su experiencia al respecto:
Esa noche yo me encontraba durmiendo, cuando sentí un tiroteo. Mi papá era auxiliar de Guardafronteras y fue a presentarse. Le dijo a mi mamá que iba a presentarse a la unidad. Mi mamá empezó a llorar porque había muchachos chiquitos. Él dijo que iba a asomarse a la loma para orientarse.
No pudo bajar y viró rápido a la casa. Le dijo a mi mamá: - Pancha, llama a las muchachitas que parece que es un desembarco.
Mi hermana se quedó en la cama, y fue herida, Ángela Pavón. Yo me tiré por encima de ella, y cuando me agaché a coger los zapatos y cuando me paré, ella dijo: - Mami, me mataron y yo dije: - A mí también. A ella la bala calibre 50 le cogió la pierna y los dos pies a mí.
Mi papá dice: Tengan fuerza, no lloren, que nadie que matan habla.
Rápido, con el pie desbaratado, cuando me iba a asomar, el pie para caminar lo tenía cortado en pedacitos, el pie derecho y el otro como si me hubieran dado un machetazo.
Fui para la sala y mi hermana se pasó con mi mamá que estaba dando gritos, le entraron los nervios.
Mi papá dijo: Vamos a ver cómo podemos salir de aquí con las muchachitas porque se me van a ir en sangre.
Yo me quedé abajo de la mesa del comedor aguantándome los dos pies, porque era mucha la sangre que estaba botando. Abajo de los tiros tuvimos que salir de la casa.
Cuando mi papá me sienta en el camino que ya no había peligro, fue a buscar a mi mamá que no encontraba a los muchachos. Yo me paré y salí corriendo con los dos pies desbaratados y mi hermana detrás de mí. Cogió tanta tierra y piedra porque corrí, y le dije a la vecina:
Nos han matado a mí y a mi hermana.
Ella me dijo que tuviera fuerzas.
Cuando llegó mi papá con mi mamá y mis hermanos, dijimos: Vamos a meternos en una cueva. Mi papá no quiso y trató de llegar a la casa para buscar sábanas para trancarnos la sangre, y cuando iba llegando a la casa tiraron un mortero y estremeció la casa. Cuando él iba a bajar para ver lo que sucedía en el tiroteo, entrando en la sala le entró una bala por el lado derecho y lo dejó aturdido.
Empezamos a ripiar sábanas y a envolvernos el pie a mí y a mi hermana. Salimos a buscar el camión, que era cinco kilómetros para llegar a la carretera. Mi papá me cargó a mí y ella iba apoyándose en el hombro de él. Llegamos.
La candela aquella que pasaba por la orilla del camino...
Mi papá dijo: - Vayan a ver si se meten en una casa para yo adelantar con las muchachitas.
Venía un jeep de Cañadón con gente para ver qué sucedía en la Boca y rápido dice: - Las muchachitas, que mira cómo las traigo, me las hirieron.
El chofer viró con nosotros para Banes, donde nos dieron los primeros auxilios. Me operaron el otro y me amputaron el pie derecho. Me pusieron tanta sangre, porque perdí toda la sangre. Me ponían tantas transfusiones que se me iban porque tenía hemorragia. Cuando nos trasladaron al hospital militar de Santiago de Cuba en un helicóptero, tuvo que aterrizar en Holguín para llegar al Lenin, porque tenía hemorragia.
Cuando llegamos al hospital militar el médico dijo que había que llevarnos directamente al salón, por la infección con tierra y piedra y era posible que cogiera gangrena. Tenemos que salvarle aunque sea el calcañal’. La atención fue maravillosa. Luchó y me salvó el calcañal.
A los 28 años me pasaron para el Frank País, en La Habana. Álvarez Cambra me hizo seis operaciones grandísimas, injertos que a los 28 días me daban unos temblores cada vez que me decían de una operación.
Mi hermana mayor nunca lloraba delante de mí, para que yo no llorara. A los 28 días de hacer el injerto se me echó a perder. Me volvieron a meter en la mesa de operaciones. Estuve 19 meses ingresada hasta que me empezaron a hacer las prótesis y empecé a caminar. Me dieron el alta. Al mes, a los dos meses tenía que regresar con el pie enfermo otra vez.
Hasta el momento ya va a hacer 28 años y cuando se me enferma, la prótesis se me empieza a partir adentro. Estoy un año o dos con el pie enfermo. Me está afectando bastante. El otro pie, cuando aquello era joven y no me afectaba mucho, pero ahora sí porque es el peso del cuerpo en la pierna esa.
Yo había cumplido 15 años, y el anhelo mío cuando hacía comedias en la escuela, era que llegara el día de usar tacones. Nunca pude hacerlo, por esos desgraciados que me «chivaron» mi juventud. Y por eso estoy aquí, para demandar y apoyar todo lo que sea contra ellos. Nunca he sido feliz en mi vida por mi pie
.[2]
De esta manera queda en la memoria del pueblo cubano, acciones como estas que aunque fracasaron dejaron profundas huellas de dolor, y que no fueron líneas de stop para quienes lideraban estas acciones.
[1] Tomado de Infiltración de Juan Cosculluela Iduate, Calígula, Antonio Iglesias Pons, Ramón Cala Charbonier y Ramón Orozco Crespo, por Boca de Samá, costa norte de Oriente.
[2] Tomado de Infiltración de Juan Cosculluela Iduate, Calígula, Antonio Iglesias Pons, Ramón Cala Charbonier y Ramón Orozco Crespo, por Boca de Samá, costa norte de Oriente.
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