Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

lunes, 6 de julio de 2015

La explosion de la Coubre

 
 
 
 
 
 
 
 
Autor : Tomás Gutiérrez González y Andrés Zaldívar Diéguez
Publicado : 12/02/2014
El 4 de marzo de 1960 es una de esas fechas inolvidables en la historia de la Revolución Cubana.  Íntimamente asociado a ella está el nombre de un buque del que se descargaban armas para la defensa del país: La Coubre. Ese día, como resultado de su explosión en la bahía de La Habana, hubo un trágico saldo de 101 muertos, incluyendo seis marinos franceses y varios centenares de heridos. El hecho, violento y cruel, conmovió a la sociedad cubana y significó un momento de crucial determinación para el proceso revolucionario recién iniciado. De él surgió nuestro inmortal grito de ¡Patria o Muerte!

Había transcurrido algo más de un año, desde que la tiranía batistiana fuera derrocada como resultado de la lucha armada popular encabezada por el Ejército Rebelde. El Gobierno Revolucionario estaba empeñado en alcanzar la independencia política y económica y la justicia social anunciada por Fidel Castro desde La Historia me Absolverá. Cuba no disponía de los medios suficientes para enfrentar las amenazas de invasión desde el exterior que se comenzaron a manifestar de inmediato […].

Muchas acciones habían comenzado a ejecutarse desde octubre anterior, entre ellas los bombardeos de centrales azucareros y plantaciones cañeras, a lo que se añadió la creación de la red interna de inteligencia y otras acciones terroristas.

Durante los días 13 y 14 de octubre de 1959, mientras La Coubre, en su penúltimo viaje a Cuba, descargaba en puerto habanero un envío de armamento procedente de Bélgica, la CIA se encontraba enfrascada en una priorizada labor de espionaje, a la que no podía escapar aquel importante embarque. Tenía que impedir a toda costa que Cuba siguiese recibiendo cargas de esa naturaleza. El país debía encontrarse indefenso, incapaz de ripostar con éxito las acciones subversivas de extrema gravedad que se planificaban.

La empresa naviera francesa Compañía General Trasatlántica, desde el momento en que comenzó a trasladar carga bélica a Cuba, se situó en el campo visual de la Agencia como un objetivo enemigo. Los hechos acaecidos en la rada habanera el 4 de marzo de 1960 muestran el procedimiento empleado por la CIA para impedirlo, y el objetivo en que se cebó: el sabotaje de la carga de uno de los buques que se utilizara para el traslado de armas hacia Cuba. La embarcación seleccionada fue La Coubre

Este buque, que tenía bandera y tripulación francesas, había iniciado su viaje final, el No. 54, en el puerto alemán de Hamburgo, luego se trasladó a Amberes, Bélgica, donde cargó, además de otras mercaderías, algo más de 75 toneladas de granadas y municiones para el fusil FAL con destino a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Le Havre, en Francia, fue el último punto europeo antes de partir hacia La Habana, para continuar luego hacia puertos de Estados Unidos, México y Haití.

A las 8 y 12 minutos del 4 de marzo de 1960 La Coubre hizo su entrada en la bahía habanera. Dos horas más tarde atracó en el muelle Arsenal, de la antigua Pan American Docks, el primero nacionalizado por la Revolución. En horas de la mañana comenzó la descarga en dos de sus seis bodegas, la No. 2 de proa con carga general y la No. 6 de popa, donde se trasladaba la carga militar.

Todo marchaba normalmente. Funcionaban las medidas adecuadas, bajo la dirección de la Sección de Material de Guerra del Estado Mayor General de las FAR, que garantizaban la seguridad del buque, el muelle y sus alrededores inmediatos.  Con todo rigor cumplían sus responsabilidades los funcionarios de la Aduana, la Policía Marítima, las autoridades del muelle y los trabajadores y representantes en Cuba de la Compañía General Trasatlántica. A la una de la tarde toda la popa del buque se encontraba en plena actividad, con el inicio del trabajo en las bodegas No. 4 y 5, que contenían carga general.

Cerca de las tres de la tarde concluyó la extracción de las municiones en el entrepuente inferior de la bodega No. 6 y se comenzaron a mover las cajas de granadas ubicadas en el entrepuente superior de la propia bodega. Unos minutos después, cuando se extraía la tercera lingada, aproximadamente a las 3 y 10 minutos, se produjo una tremenda explosión que estremeció el buque, el muelle y los edificios colindantes, y fue escuchada en toda la ciudad.

Tras esa explosión comienzan a producirse escenas de dolor y sufrimiento indescriptibles. Una enorme columna de humo se levanta acompañada de trozos de hierro que segundos después caen como lluvia, ocasionando nuevas muertes, heridos y destrozos. La confusión es total. Restos humanos esparcidos sobre la cubierta del buque y parte del muelle. Fuego, humo, almacenes sin techo y vigas de acero retorcidas forman parte de la tétrica escena.

Inmediatamente después se manifiestan impresionantes acciones de solidaridad humanas y conductas verdaderamente heroicas, protagonizadas por trabajadores y vecinos de los muelles cercanos, miembros de la Policía Nacional Revolucionaria, combatientes del Ejército Rebelde, funcionarios de la Aduana, bomberos, personal de la Cruz Roja Cubana y otros. Rápidamente se presentaron en el lugar el Comandante en Jefe Fidel Castro, Raúl Castro, el Che Guevara, Almeida, Ramiro Valdés, Ameijeiras, Dorticós, Llanusa y otros dirigentes.

Una segunda explosión treinta minutos después, tan brutal como la primera, se ensaña en quienes prestaban auxilio solidario a las víctimas. Las consecuencias de la tragedia dejaron una profunda estela de dolor. No solo desaparecieron los cuerpos de 34 personas, entre estibadores, braceros, combatientes y los seis tripulantes franceses, sino que una cifra superior hasta alcanzar el centenar, sufrieron lesiones que le causaron la muerte. Algunos de los fallecidos, que se encontraban alejados del lugar de la explosión, perdieron la vida víctimas de derrumbes e incluso por el impacto emocional sufrido, como sucedió con el trabajador de la termoeléctrica de Tallapiedra Ladislao Chapé Viamontes o la estudiante María Díaz Inerarity.

Las investigaciones posteriores demostraron que no se había tratado de un accidente. La fábrica belga aseguraba que las granadas no podían explotar por una caída durante su manipulación. Las pruebas realizadas lanzando desde una nave aérea varias cajas de granadas a diferentes alturas, demostraron que éstas no estallaban. Quedó establecido por los especialistas que las explosiones se produjeron en el interior del compartimento de la bodega No. 6, donde se encontraba el cargamento militar y solo una carga explosiva de alto poder, acompañada de un mecanismo detonador adecuado, colocado junto a las cajas de granadas podía provocar tal explosión. Evidentemente se trataba de un sabotaje.

También hubo otros resultados. La bodega donde se produjo la explosión, había sido objeto de reparación en su sistema de climatización, entre los días 16 y 18 de enero de 1960 en el puerto norteamericano de Norfolk, Virginia. Precisamente en el territorio del país cuyos servicios de inteligencia accionaban para destruir la Revolución Cubana mediante el sabotaje, la subversión, el asesinato político y luego la invasión. Al cabo de 29 días, después de concluir esa reparación, en la misma bodega, en el puerto belga de Amberes, fue colocado el cargamento militar que se transportaría a nuestro país. Varios días después estallaba al iniciarse su descarga en la rada habanera. ¿Fue solo una casualidad?

También se conoció que había viajado como pasajero en La Coubre, el norteamericano Donald Lee Chapman, quien por los viajes previos realizados, así como la categoría de los hoteles en que habitualmente se hospedaba, disponía de los recursos financieros necesarios para realizar aquel viaje evitándose las molestias de hacerlo en un buque de carga que, adicionalmente, le dejaría en puerto miamense, a gran distancia del destino declarado.

Chapman aparecía como periodista de una estación de televisión de la ciudad de Omaha, en Nebraska, que había renunciado a su empleo en octubre de 1959 y viajó a Europa para trabajar como fotógrafo independiente. En ese viaje retornaba a Estados Unidos. Se hallaba en territorio francés en los momentos en que La Coubre hacía su entrada al puerto de Amberes, donde esperaban ser cargados los medios de guerra que viajarían a Cuba. Coincidentemente al día siguiente, 14 de febrero, cruzó la frontera hacia Bélgica. Tres días después, se encontraba nuevamente en Francia y abordaba el buque unas horas antes de partir de su última escala en Le Havre. ¿Fue otra casualidad?

Los que concibieron el sabotaje a La Coubre, pensaron limitar la capacidad de respuesta cubana a una agresión externa, en momentos en que ya se reclutaban y entrenaban mercenarios para lo que fue, unos meses más tarde, su derrota en Playa Girón. Pretendieron crear el pánico entre los hombres y mujeres honestos del pueblo, hacerles ver hasta dónde eran capaces de llegar para liquidar la Revolución.

Otros hechos han sido desclasificados por las autoridades norteamericanas. Sobre este, nuestro Comandante en Jefe ha hecho una pregunta que aún está sin responder: «¿Por qué, en nombre de la libertad de información, no se desclasifica un solo documento que nos diga cómo la CIA hace ya casi medio siglo hizo estallar el vapor La Coubre y cortar el suministro de armas belgas, que la propia Agencia admitiera el 14 de junio de 1960 era una preocupación muy importante de Estados Unidos?».[1]







[1] Fidel Castro Ruz: «Reflexiones del Comandante en Jefe. La tiranía mundial. Los fundamentos de la máquina de matar».

 
 

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