No faltan en nuestras vidas sucesos impredecibles.
Sorpresas no gratas alguna vez irrumpen de golpe en esa cotidianidad
relativamente sosegada que vamos construyendo a nuestro alrededor, en
esa convivencia apacible con los otros. De esos eventos, casuales o
causales, nadie escapa, y van desde el accidente laboral, doméstico,
vial, la afección hepática, cadiovascular, respiratoria, neurológica…,
hasta la operación de molares o la interrupción de una gestación.
Tampoco se trata de hablar de fatalismos por arbitrariedad insidiosa, sino de reconocer que existen y, porque humanos somos, a cualquiera pueden tocar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó que nueve de cada diez personas necesitan, en algún momento de su vida, ser transfundidas aun cuando no se llegue a efectuar la transfusión.
Volúmenes considerables de sangre se requieren para realizar intervenciones quirúrgicas complejas. Solo una operación de corazón consume entre seis y ocho unidades de glóbulos rojos y un trasplante hepático de cuatro a seis, además de diez unidades de plasma y diez de plaquetas. Un niño en tratamiento oncológico, sin complicaciones, usa más de 25 transfusiones de distintos componentes de la sangre. Para una operación de neurocirugía se requieren alrededor de seis a diez unidades de glóbulos rojos.
A pesar de que son cantidades significativas de todos estos componentes las que se demandan y que existen tipos de sangre de escasa disponibilidad porque es muy bajo el índice de personas que la poseen, en Cuba, durante el año 2015 se superó el millón de cirugías realizadas y se transfundieron más de 350 000 unidades de hemocomponentes.
Tales resultados fueron posibles, sobre todo, por las tasas de donaciones logradas en el país. En el periodo referido, de acuerdo con la OMS, la tasa en los países desarrollados fue de 368 donaciones por cada 1 000 habitantes; la de Cuba cerró en 37,0 por 1 000 habitantes y la de La Habana, el territorio con más alto índice de donaciones a nivel nacional (24,2 % del total de donaciones del país, casi un cuarto del total se realizaron en esta provincia), estuvo —tomando como regencia esta misma escala— en 47,6.
Actualmente, en 26 países el total de donaciones de sangre se recolecta utilizando como móvil la remuneración de esta actividad. En otras naciones se utiliza además, la donación familiar no remunerada y la voluntaria sin que medie retribución material. En Cuba solo se admiten estas dos formas, predominando la última.
Para saber cómo se desarrolla el proceso de la donación en los Bancos de Sangre, la captación del donante, las pruebas de laboratorio para que la sangre que se transfiere a los hospitales sea lo más segura posible, Granma entrevistó al doctor Marcos Santa Eulalia Mainegra, director del Programa Provincial de Sangre en La Habana.
El especialista explicó que el donante tras su inscripción en el Banco Provincial, pasa a una entrevista exhaustiva donde se averiguan sus antecedentes personales: si ha viajado, los países en que ha estado, enfermedades virales recientes, si se ha vacunado, si se ha hecho tatuajes o salido de prisión recientemente. También, pero de manera anónima a modo de encuesta, añadió, se interroga sobre su conducta sexual y se da la opción de autoexclusión, que él mismo haga una valoración de la seguridad de su sangre. En caso de que se detecte riesgo de transmisión de alguna enfermedad el proceso concluye ahí, si no, entonces comienza la fase de los análisis de hemoglobina cualitativa (debe ser superior a 12 gramos por litro), el chequeo de presión arterial (la persona hipertensa puede donar pero tiene que estar compensada), el peso (no puede ser inferior a los 50 kilogramos), entre otros parámetros.
Acotó que si en la entrevista no se lograra la absoluta veracidad del donante, ello se revelaría en las pruebas de laboratorio que se practica a la sangre colectada. “La OMS exige la exclusión de cuatro patologías por estudios del laboratorio: Sífilis, VIH, Hepatitis B y Hepatitis C. Quienes porten estas afecciones no pueden donar”.
El doctor enfatizó que a cada donante se le extraen 450 mililitros de sangre y que todas las personas entre los 18 y 60 años, con el peso y la hemoglobina requerida, sanas o incluso aquellas que tienen alguna patología crónica controlada pueden realizar esta contribución. “Existen donantes especiales con muy buenas condiciones físicas, chequeados permanentemente, que el Ministerio de Salud, autoriza exclusivamente a realizar esta actividad hasta los 65 años. El donante estable es el que nos conviene a nosotros, porque es la sangre más segura”.
LA DONACIÓN DE UN COMPONENTE DE LA SANGRE: EL PLASMA
En el área de donación de este componente, la licenciada en Medicina Transfusional, Laura Ballester Planes, jefa de la sección de Atención al donante explicó que mediante un proceso automatizado denominado plasmaféresis, que dura de 30 a 40 minutos, se extrae al donante la sangre, se separa el plasma del resto de los componentes y se colecta en una bolsa, luego se reconstituyen los elementos celulares en una solución isotónica que se reinfusiona o devuelve a la persona.
Aclaró que el destino final del plasma ─que se consigue mediante este proceso, que usa una máquina automatizada de plasmaféresis,─ es la industria.
Además de este, agregó, está el plasma que se obtiene a partir de las donaciones de sangre (ya no por máquina de plasmaféresis) y de la separación de los componentes de la misma. En el caso de este plasma, como del resto de los productos que se extraen de las donaciones de sangre, su fin es terapéutico, para la asistencia médica a las personas enfermas.
No obstante, observó que “el plasma generalmente se utiliza menos que los glóbulos. Si hay un excedente que no se emplea en la asistencia médica, para aprovecharlo ─—aunque en principio no era su destino— se envía también a la industria.
“Cuando hablamos de la industria nos referimos a la planta de hemoderivados. En ella los componentes de la sangre se someten a nuevas pruebas de laboratorio y a un proceso industrial a partir del que se producen una serie de hemoderivados como el intaglobín, la albúmina, interferón, sueros hemoclasificadores que luego se usan en la asistencia médica, o sea, que se revierten a la salud pública”, argumentó.
“La mayoría de nuestros donantes son repetitivos y todos con consentimiento informado; ellos conocen la actividad que realizan, qué donan y en qué se emplea. En el proceso de captación se les informa sobre todo esta actividad”, aseveró.
Sobre el donante de plasma la doctora apuntó que no son espontáneos sino seleccionados según sus características y condiciones, y “lo primero es que dé su consentimiento. Tienen los mismos requisitos de aceptación de cualquier donante de sangre. Pueden realizar entre 20 y 22 donaciones por año. La cantidad de plasma que se extrae a cada persona mediante el proceso de plasmaféresis es de 600 mililitros. Como promedio en esta institución se efectúan 18 donaciones de plasma diarias lo que permite que entreguemos a la industria 1 208 litros mensualmente”.
El Banco Provincial de Sangre de La Habana procesa 350 donaciones de sangre diarias (todas las que se hacen en el territorio), más de 7 900 mensuales y 95 000 anuales, lo que significa que, aproximadamente, un cuarto de las donaciones que se realizan en Cuba corresponden a este territorio. El centro da cobertura a alrededor de 37 centros asistenciales: los hospitales provinciales, los nacionales y a los Institutos donde se atienden personas de todo el país.
POR UNA SANGRE SEGURA
Dicha institución posee una tecnología de punta para el pesquisaje y estudio de virus en la sangre, comparable con la más avanzada de países desarrollados.
En el laboratorio de biología molecular del centro, la licenciada en tecnología de la salud, Suzette Pacheco Friero, especialista principal, refirió que el sistema automatizado para la detección de virus en sangre como VIH, Hepatitis B, C y sífilis mediante diagnóstico molecular con el que se trabaja, hace aproximadamente siete años, tiene el objetivo de aumentar la seguridad de la sangre y disminuir el periodo de ventana, es decir, el tiempo en que es posible detectar la presencia de alguno de estos virus.
“Las pruebas de UMELISA, técnica que se practica para la detección de anticuerpos en otro laboratorio del Banco y que son las bases preanalíticas a este, pueden aportar falsos negativos porque la tecnología no es suficientemente sensible para descubrir el virus; es un examen indirecto el realizado en esta fase ya que lo que se revela es la presencia de anticuerpos y todo depende del estado inmunológico del paciente para que elabore una cantidad de anticuerpos que permita detectarlos”.
“Lo que se consulta y evalúa aquí, con esta máquina, es la presencia misma del virus, un examen más directo que posibilita reducir considerablemente el periodo de ventana, en el caso de la Hepatistis B de tres meses a seis semanas, la Hepatitis C de seis meses a seis semanas”, explicó.
Marcos Santa Eulalia Mainegra, resumió que la donación comienza por la captación del donante y la extracción de su sangre, continúa con la separación de sus componentes (glóbulos rojos, plasma, plaquetas y otros factores de la coagulación) durante el proceso de la producción que ocurre simultáneo al análisis de las muestras en los laboratorios con el objetivo de no dilatar los resultados y poder liberar (última etapa) y despachar en el tiempo previsto los componentes hacia los hospitales.
Acotó que en el caso de la donación por plasmaféresis o, por tromboféresis (extracción de plaquetas) proceso similar al anterior, se transita por las mismas fases de la donación de sangre: inscripción y donación, producción y análisis en los laboratorios, y liberación, con la diferencia que el destino del plasma es la industria para la elaboración de hemoderivados que se expiden a los hospitales o para la exportación, y el de las plaquetas, por su alta demanda, son los centros de asistencia médica.
Tampoco se trata de hablar de fatalismos por arbitrariedad insidiosa, sino de reconocer que existen y, porque humanos somos, a cualquiera pueden tocar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó que nueve de cada diez personas necesitan, en algún momento de su vida, ser transfundidas aun cuando no se llegue a efectuar la transfusión.
Volúmenes considerables de sangre se requieren para realizar intervenciones quirúrgicas complejas. Solo una operación de corazón consume entre seis y ocho unidades de glóbulos rojos y un trasplante hepático de cuatro a seis, además de diez unidades de plasma y diez de plaquetas. Un niño en tratamiento oncológico, sin complicaciones, usa más de 25 transfusiones de distintos componentes de la sangre. Para una operación de neurocirugía se requieren alrededor de seis a diez unidades de glóbulos rojos.
A pesar de que son cantidades significativas de todos estos componentes las que se demandan y que existen tipos de sangre de escasa disponibilidad porque es muy bajo el índice de personas que la poseen, en Cuba, durante el año 2015 se superó el millón de cirugías realizadas y se transfundieron más de 350 000 unidades de hemocomponentes.
Tales resultados fueron posibles, sobre todo, por las tasas de donaciones logradas en el país. En el periodo referido, de acuerdo con la OMS, la tasa en los países desarrollados fue de 368 donaciones por cada 1 000 habitantes; la de Cuba cerró en 37,0 por 1 000 habitantes y la de La Habana, el territorio con más alto índice de donaciones a nivel nacional (24,2 % del total de donaciones del país, casi un cuarto del total se realizaron en esta provincia), estuvo —tomando como regencia esta misma escala— en 47,6.
Actualmente, en 26 países el total de donaciones de sangre se recolecta utilizando como móvil la remuneración de esta actividad. En otras naciones se utiliza además, la donación familiar no remunerada y la voluntaria sin que medie retribución material. En Cuba solo se admiten estas dos formas, predominando la última.
Para saber cómo se desarrolla el proceso de la donación en los Bancos de Sangre, la captación del donante, las pruebas de laboratorio para que la sangre que se transfiere a los hospitales sea lo más segura posible, Granma entrevistó al doctor Marcos Santa Eulalia Mainegra, director del Programa Provincial de Sangre en La Habana.
El especialista explicó que el donante tras su inscripción en el Banco Provincial, pasa a una entrevista exhaustiva donde se averiguan sus antecedentes personales: si ha viajado, los países en que ha estado, enfermedades virales recientes, si se ha vacunado, si se ha hecho tatuajes o salido de prisión recientemente. También, pero de manera anónima a modo de encuesta, añadió, se interroga sobre su conducta sexual y se da la opción de autoexclusión, que él mismo haga una valoración de la seguridad de su sangre. En caso de que se detecte riesgo de transmisión de alguna enfermedad el proceso concluye ahí, si no, entonces comienza la fase de los análisis de hemoglobina cualitativa (debe ser superior a 12 gramos por litro), el chequeo de presión arterial (la persona hipertensa puede donar pero tiene que estar compensada), el peso (no puede ser inferior a los 50 kilogramos), entre otros parámetros.
Acotó que si en la entrevista no se lograra la absoluta veracidad del donante, ello se revelaría en las pruebas de laboratorio que se practica a la sangre colectada. “La OMS exige la exclusión de cuatro patologías por estudios del laboratorio: Sífilis, VIH, Hepatitis B y Hepatitis C. Quienes porten estas afecciones no pueden donar”.
El doctor enfatizó que a cada donante se le extraen 450 mililitros de sangre y que todas las personas entre los 18 y 60 años, con el peso y la hemoglobina requerida, sanas o incluso aquellas que tienen alguna patología crónica controlada pueden realizar esta contribución. “Existen donantes especiales con muy buenas condiciones físicas, chequeados permanentemente, que el Ministerio de Salud, autoriza exclusivamente a realizar esta actividad hasta los 65 años. El donante estable es el que nos conviene a nosotros, porque es la sangre más segura”.
LA DONACIÓN DE UN COMPONENTE DE LA SANGRE: EL PLASMA
En el área de donación de este componente, la licenciada en Medicina Transfusional, Laura Ballester Planes, jefa de la sección de Atención al donante explicó que mediante un proceso automatizado denominado plasmaféresis, que dura de 30 a 40 minutos, se extrae al donante la sangre, se separa el plasma del resto de los componentes y se colecta en una bolsa, luego se reconstituyen los elementos celulares en una solución isotónica que se reinfusiona o devuelve a la persona.
Aclaró que el destino final del plasma ─que se consigue mediante este proceso, que usa una máquina automatizada de plasmaféresis,─ es la industria.
Además de este, agregó, está el plasma que se obtiene a partir de las donaciones de sangre (ya no por máquina de plasmaféresis) y de la separación de los componentes de la misma. En el caso de este plasma, como del resto de los productos que se extraen de las donaciones de sangre, su fin es terapéutico, para la asistencia médica a las personas enfermas.
No obstante, observó que “el plasma generalmente se utiliza menos que los glóbulos. Si hay un excedente que no se emplea en la asistencia médica, para aprovecharlo ─—aunque en principio no era su destino— se envía también a la industria.
“Cuando hablamos de la industria nos referimos a la planta de hemoderivados. En ella los componentes de la sangre se someten a nuevas pruebas de laboratorio y a un proceso industrial a partir del que se producen una serie de hemoderivados como el intaglobín, la albúmina, interferón, sueros hemoclasificadores que luego se usan en la asistencia médica, o sea, que se revierten a la salud pública”, argumentó.
“La mayoría de nuestros donantes son repetitivos y todos con consentimiento informado; ellos conocen la actividad que realizan, qué donan y en qué se emplea. En el proceso de captación se les informa sobre todo esta actividad”, aseveró.
Sobre el donante de plasma la doctora apuntó que no son espontáneos sino seleccionados según sus características y condiciones, y “lo primero es que dé su consentimiento. Tienen los mismos requisitos de aceptación de cualquier donante de sangre. Pueden realizar entre 20 y 22 donaciones por año. La cantidad de plasma que se extrae a cada persona mediante el proceso de plasmaféresis es de 600 mililitros. Como promedio en esta institución se efectúan 18 donaciones de plasma diarias lo que permite que entreguemos a la industria 1 208 litros mensualmente”.
El Banco Provincial de Sangre de La Habana procesa 350 donaciones de sangre diarias (todas las que se hacen en el territorio), más de 7 900 mensuales y 95 000 anuales, lo que significa que, aproximadamente, un cuarto de las donaciones que se realizan en Cuba corresponden a este territorio. El centro da cobertura a alrededor de 37 centros asistenciales: los hospitales provinciales, los nacionales y a los Institutos donde se atienden personas de todo el país.
POR UNA SANGRE SEGURA
Dicha institución posee una tecnología de punta para el pesquisaje y estudio de virus en la sangre, comparable con la más avanzada de países desarrollados.
En el laboratorio de biología molecular del centro, la licenciada en tecnología de la salud, Suzette Pacheco Friero, especialista principal, refirió que el sistema automatizado para la detección de virus en sangre como VIH, Hepatitis B, C y sífilis mediante diagnóstico molecular con el que se trabaja, hace aproximadamente siete años, tiene el objetivo de aumentar la seguridad de la sangre y disminuir el periodo de ventana, es decir, el tiempo en que es posible detectar la presencia de alguno de estos virus.
“Las pruebas de UMELISA, técnica que se practica para la detección de anticuerpos en otro laboratorio del Banco y que son las bases preanalíticas a este, pueden aportar falsos negativos porque la tecnología no es suficientemente sensible para descubrir el virus; es un examen indirecto el realizado en esta fase ya que lo que se revela es la presencia de anticuerpos y todo depende del estado inmunológico del paciente para que elabore una cantidad de anticuerpos que permita detectarlos”.
“Lo que se consulta y evalúa aquí, con esta máquina, es la presencia misma del virus, un examen más directo que posibilita reducir considerablemente el periodo de ventana, en el caso de la Hepatistis B de tres meses a seis semanas, la Hepatitis C de seis meses a seis semanas”, explicó.
Marcos Santa Eulalia Mainegra, resumió que la donación comienza por la captación del donante y la extracción de su sangre, continúa con la separación de sus componentes (glóbulos rojos, plasma, plaquetas y otros factores de la coagulación) durante el proceso de la producción que ocurre simultáneo al análisis de las muestras en los laboratorios con el objetivo de no dilatar los resultados y poder liberar (última etapa) y despachar en el tiempo previsto los componentes hacia los hospitales.
Acotó que en el caso de la donación por plasmaféresis o, por tromboféresis (extracción de plaquetas) proceso similar al anterior, se transita por las mismas fases de la donación de sangre: inscripción y donación, producción y análisis en los laboratorios, y liberación, con la diferencia que el destino del plasma es la industria para la elaboración de hemoderivados que se expiden a los hospitales o para la exportación, y el de las plaquetas, por su alta demanda, son los centros de asistencia médica.
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